Las pinturas de Loretta Fasan presentan figuras femeninas que combinan misterio y serenidad. Los rostros, de expresiones suaves, contrastan con texturas ricas, patrones dorados y detalles ornamentales que aportan movimiento y profundidad. Junto a estas delicadas mujeres, los animales cohabitan con ellas en un mismo susurro, se dejan tocar por la ternura salvaje sin sobresalto, como si la frontera entre lo humano y lo animal jamás hubiera existido. Hay una poesía tranquila en cada gesto: una mirada que no exige, una caricia que no reclama. Todo en estas escenas parece recordar que la intimidad más profunda se da en lo sutil, donde el misterio no se explica, solo se habita.